Se han escrito excelentes columnas esta semana que termina sobre Fernando Torres y su segunda salida del Aleti de Madrid. En todas las opiniones hay un punto común. Gracias a este 9 de toda la vida nos quedamos agarrados a un barco hundido en mitad de una tormenta. Es verdad que no tiene ninguno de sus títulos de campeón ganado con la camiseta de su Aleti. Nos da igual. En realidad hay uno que pesa mucho en la memoria. Torres participó en el rescate que dirigió Luis para devolver al equipo a Primera División. Aquel drama pudo llevarse por delante todo. Torres se quedó para que la bandera permaneciera izada mientras volvíamos a la superficie. Su idea era la nuestra. Le cayó la responsabilidad a plomo. En realidad le vino encima el vacío sentimental de cientos de miles que veían deshacerse al Aleti cuando este siglo empezaba a caminar. No somos del Aleti para ganar títulos. Suena fuerte pero es lo que llevamos dentro. Cuando se gana, se llora y cuando se pierde, se aplaude. Es lo que hay. Torres se fue pero ha vuelto. En esta pintada ha quedado claro alguna vez que está para ser suplente de Diego Costa. Está como un torero veterano. Esta fino y tiene el oficio del gol. Contra el Levante ha hecho, otra vez, todo bien. Su remate es estupendo y de mucha calidad. Ojalá todo hubiera sido de otra manera. Simeone le abrió la puerta y cumplió. No debe haber reproches. Tan solo un poco de melancolía por lo que pudo ser y no lo es. Torres volverá sin lugar a dudas. Y le veremos dirigiendo al equipo desde abajo o desde arriba. Es un tipo de una pieza, cabal a más no poder. Cuando regresó de Viena con la Copa de Europa de Luis, se sentó en lo alto del autobús descapotable envuelto en una bandera del Aleti y otra de España. Sabía que en las calles, entre los miles que celebraban la victoria, estaba su gente del Aleti esperando a verle pasar. Demostró inteligencia e intuición. Un buen amigo cruzó la mirada con él al paso del autobús. Alzó lo brazos y gritó Aleti con todas su fuerzas. Torres le hizo un gesto de asentimiento tan cómplice como discreto marcándose una sonrisa por toda la escuadra. Cuando Torres se marche a China o a Estados Unidos miraremos los resultados como cuando seguimos al Liverpool o al Chelsea. Lo de Fernando Torres no tiene más explicación. Es de la familia de cada uno de nosotros. Y ya está.
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